Importancia económica, social, política.
Los funcionarios responsables de los aspectos ambientales del país presumen que cada vez aumenta el número de áreas naturales protegidas, en contraste con la depredación que sufre el resto de la nación.
Sin embargo, ocultan los innumerables problemas que enfrentan esas áreas. Un ejemplo de lo mucho que está por hacerse es la Isla Guadalupe, desde abril de 2005 reserva de la biosfera y lugar muy importante para observar al tiburón blanco (Carcharodon carcharias), especie protegida en Mexico por las leyes ambientales y pesqueras.
Desde hace ocho años, comenta jornada.unam.mx que varios “operadores turísticos” estadunidenses llevan de agosto a diciembre visitantes a la isla para que observen a los más de cien tiburones blancos que cada año se concentran allí. Aunque existen algunas investigaciones sobre los patrones de migración de estos animales, se desconoce la causa fundamental por la que llegan a la isla.
La hipótesis más común es que van a alimentarse de las colonias de focas que la habitan. En 2006 los cinco operadores turísticos autorizados para visitar Guadalupe realizaron en seis barcos unos 60 viajes de observación de tiburón blanco.
Cada viaje lleva entre 10 y 15 turistas y dura entre cinco y siete días. Por persona se pagan entre 2 mil 500 y 3 mil 500 dólares, dependiendo de la duración del viaje y del barco. Se calcula que el negocio del ecoturismo de tiburón blanco en Guadalupe es de unos 3 millones de dólares al año. Cada operador paga por viaje alrededor de 7 mil 600 pesos a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Es decir, aproximadamente 0.13 por ciento del total del negocio. Hace dos años, el doctor José L. Castillo Géniz, investigador del Centro Regional de Investigación Pesquera de Ensenada, del Instituto Nacional de Pesca, propuso a los directivos de la reserva un programa piloto de observadores científicos a bordo de dichas embarcaciones, con el fin de monitorear las actividades y el comportamiento de tripulantes y turistas, y colectar información que permita estudiar la interacción de los visitantes con los tiburones, y ver si no es perjudicial para estos últimos.